Dado la situación que vivimos y para salvaguardar nuestros intereses, ya que si pasa algo , que va a pasar, arremeterán contra el médico reproducimos de elmedicointeractivo.com, un decálogo de medidas que todos debemos tener en cuenta ahora más que nunca. (gracias al Dr. Zhivago por enseñarnoslo)
1. No superar las 1.500 tarjetas sanitarias de población asistida por cada médico de familia.
2. Implantar la receta electrónica multiprescripción.
3. Elaborar un Informe de Salud único para todas las administraciones.
4. Regular que la burocracia de otros niveles asistenciales las realice quien las genera (prescripción, revisión, trasporte sanitario…).
5. Adecuar los documentos de Incapacidad Temporal a su tiempo previsible de duración.
6. Reservar en la Agenda 1 hora al día para formación/investigación.
7. Flexibilizar las Agendas en función de las características de cada Centro de Salud.
8. Crear la figura de Auxiliar Sanitario de Apoyo en la Consulta (ASAC) y/o regular el rol de todos los profesionales sanitarios.
9. Aumentar la capacidad resolutiva con el libre acceso a pruebas complementarias.
10. Retribuir las sobrecargas de trabajo, al menos en la misma cuantía del sustituido.
L A visita al centro de Salud va camino de convertirse en diaria, haces amigos, encuentras al vecino o el amor de tu vida. Hay otra opción más selecta, para el fin de semana, urgencias, a modo de puente que rompe la monotonía diaria y queda para las grandes ocasiones el ingreso hospitalario, cual vacación estival. Perdón por la ironía a quien no le quede otra que la visita inevitable o a quien pueda molestar pues su enfermedad no deja opción, pero algo nos está pasando. Cierto, envejecemos y necesitamos más atención, es verdad, la salud es un bien y la medicina un logro irrenunciable, hacen falta médicos, enfermería y hospitales, pero, siendo la escasez inherente al recurso, cabe preguntar si algún día tendremos suficiente o todo será siempre poco.
Ver el gasto farmacéutico, las listas de espera, contabilizar pacientes que pasan a diario por el centro de salud o por el especialista, asusta. No estamos malos, somos un país enfermo. A este ritmo ¿cuantos médicos se necesitan?, ¿Cuánto debe invertirse?. La respuesta va del progre «todos queremos más y más y más y mucho más», a la conservadora de algún genio, más selección y mercado. O invertimos el proceso o morimos por exceso tras una falsa universalización que estrangula económicamente y eleva la angustia existencial.
No sé si crece la demanda o, como decía C. Ponte en un debate, el aumento de la oferta puede elevar 'ad infinitum' la lista de espera. La salud deja de ser valor para volverse producto -siempre escaso- a consumir, por más que aumente el recurso. ¿Cuántas casas tienen farmacias que terminan en la basura o en manos del vecino?, ¿Cuántos hacen del médico su nuevo confesor laico?, ¿Cuántas enfermedades empiezan una vez acuñada la nueva definición?, ¿es impensable e imposible que los bien jubilados paguen parte de sus fármacos?. No soy ningún experto pero me preocupa que tanto enfermo, acaso imaginario, impida fijar prioridades y que el derecho a la sanidad derive en confundir salud y pastilla.
La obsesión por alcanzar la eterna vida terrenal, el enfado con la muerte, el desprestigio de la vejez, el mito juvenil, la confusión entre salud y vida sana, la mezcla de quejas, quejidos, lamentos y reivindicaciones, generan tal tinglado que el centro de salud se volverá nuevo centro social sustitutivo de la familia, el vino o el paseo. Quizá no tardando mucho la visita médica queda incorporada al horario semanal y el médico de familia termine siendo de la familia, otra conquista social para ocultar soledad, angustia y fracasos personales. A este paso lograremos el dudoso honor de ser la población más sana del mundo en la sociedad más enferma del planeta. Los dinosaurios se extinguieron de éxito.