La indecencia de la Unión de Consumidores de Asturias
El despilfarro que supone mantener setenta y ocho ayuntamientos, cuando con una docena serían suficientes, y que se reparte el triunvirato IU-PP-PSOE.
Los escandalosos salarios de parlamentarios, alcaldes, concejales y tropa de oposición, autoimpuestos por los iuniatas, peperos y sociatas, fervorosos devotos del pesebre público.
Los múltiples casos de corrupción político-urbanística sin sanciones penales, pues a la cárcel sólo van los que roban al por menor.
La privatización de los bienes públicos, sin contar con la previa aquiescencia de los ciudadanos.
Los elevados índices de contaminación en la zona central.
Los impedimentos al libre acceso a la energía solar en vehículos y viviendas.
Las recalificaciones urbanísticas, que arrasan el ecosistema.
La falta de pasos para la fauna en las infraestructuras, las cuales tienen sobrecostes y una peor calidad al realizarlas empresas subcontratadas en lugar de las adjudicatarias de la licitación.
La impunidad y penas irrisorias de los que matan animales salvajes con todo tipo de procedimientos, de los que participan en peleas de animales y de los que esquilman los ríos y el mar, así como de los que provocan incendios forestales.
La economía sumergida perpetrada por quienes contratan en sus hogares y empresas al excedente poblacional del Tercer Mundo y Magreb, para no tener que contratar a un caucásico, por el que tendrían que cotizar a la SS y declarar a Hacienda, lo que genera más paro y menos recursos.
El intrusismo de los prejubilados y jubilados, que con una pensión superior al salario de un trabajador en activo realizan actividades lucrativas en todos los sectores productivos, llevando al paro y a la ruina a los trabajadores autónomos.
El enriquecimiento con el alquiler y reventa de viviendas sin declarar a Hacienda ni declarar a la SS.
La financiación con dinero público de organizaciones que fomentan la superpoblación del Tercer Mundo y facilitan el trasvase del excedente poblacional para congelar salarios, desmantelar logros laborales y sociales y llevar adelante las privatizaciones.
La subrepticia privatización de la sanidad, gracias en buena parte al excesivo gasto originado por el excedente poblacional del Tercer Mundo, demandante habitual del Servicio de Urgencias.
La tortura y esclavización de miles de caucásicas, muchas de ellas menores de edad, por las mafias, que impunemente lavan el dinero en el sector inmobiliario y en bonos y letras del Estado español, y a las que los jueces o dejan en libertad o les imponen penas irrisorias, con lo beneficioso que sería exterminarlos a todos –las cárceles resultan caras, las fosas comunes no cuestan un céntimo– y repartirse sus inmensas riquezas.
Saben que ocurre todo lo anterior, lo ven diariamente y, sin embargo, callan. ¿Hay mayor indecencia?
Por cierto, ¿quién financia a la UCE? Pues está clara su indecencia.
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